Lecciones para Sostener y Superar la Crisis

Hay momentos en que la urgencia de escribir, te desvela. También te desvela el querer tener la fórmula del cómo expresarlo, para conectar con los otros.

22 de Mayo. Era un día más en cuarentena, hasta que leí la noticia que conmemoraba los 60 años acaecidos desde el terremoto de Valdivia y gran parte del sur de Chile. De pronto asomaron a mi memoria los relatos familiares, que acompañaron gran parte de mi niñez. Mis padres con total naturalidad, expresaban el terror, las pérdidas y los traumas que provocó el desastre. Escuché como escuchaba los cuentos, del suelo que se abría y “tragaba a la gente”, de los que murieron y no podían enterrar, del hambre y de estar viviendo meses a cielo abierto, en la Plazuela Yungay de Osorno.

Hablé con mi padre. Quise reconocerle el mérito de llegar a los 80, con la experiencia de ese y otros terremotos en el cuerpo. Sin tener problemas de memoria, me dijo que no recordaba el día. Ahora no es tema para él, porque dejó de doler.

En nuestra conversación se encadenaron los tiempos presente y futuro, amenazados por las crisis que como país y como ciudadanos del mundo, estamos transitando y con las incertezas se encendieron mis ganas de escribir y de un video que pesquisé, se alimentaron las letras.

Lección N°1La crisis tendrá un impacto menor si ponemos foco en el bienestar de las personas.

El dolor y la angustia de perder “cosas y hábitos” tienen una duración menor en la memoria, que el impacto de la muerte. La adaptación hedonista nos permite seguir viviendo a pesar de las dificultades, porque con el paso del tiempo, el olvido hace su trabajo. Sin embargo, esa capacidad adaptativa del cerebro, cuando se trata de la pérdida de una persona, no es tan benevolente. Así, el cuidado mutuo, puede evitarle a nuestra psique, la lucha titánica por sobrellevar el duelo.

Lección N°2: Para afrontar exitosamente las crisis, necesitamos llegar a consensos y compromisos compartidos.

Para lograr generar redes de contención y ayuda, es imprescindible salirse de sí mismo para ir al encuentro del mundo del otro. Si bien, nuestras formas de ver el mundo son únicas, legítimas y respetables, muchas veces pecan de ser falibles, porque nuestras narrativas son sólo una parte de la realidad y nos impiden aceptar distintas perspectivas de los mismos fenómenos. Para salvar dicho obstáculo que imposibilita el encuentro y la cohesión social, es indispensable afinar la escucha con atención plena, bondadosa y consciente.

Lección N°3Nuestras creencias son creencias, no son la verdad.

Lo que creemos en ocasiones tiene más fuerza que los hechos evidentes y el sentido “común” basado en el análisis lógico y los aprendizajes que nos da la experiencia. El problema radica en que solemos accionar desde nuestras miradas particulares, sin considerar otros aspectos de la realidad, relevantes para tomar buenas decisiones. Sería entonces, del todo aconsejable, atrevernos a cuestionar  nuestros dogmas y credos, cuando de evitar el sufrimiento humano se trata.

Lección N°4: El miedo puede generar parálisis y ceguera.

Se sugiere estar atento a la sensación de amenaza que deriva de las crisis y que, en ocasiones nos impulsa a buscar un “culpable” para demonizar o expiar lo desconocido y temido. A través de nuestras historias personales, podemos observar acciones y elecciones, que evidencian que poseemos la materia para transformarnos en  ángeles o  demonios. El mal, no siempre está en la “vereda del frente”. Es deseable por tanto, autoconocerse con mayor profundidad, enfrentar las falencias y aprender,  para convertirse en un agente de cambio positivo, en el mundo en que quieres vivir.

Lección N°5: Que no te atrape el pasado, siempre es tiempo de construir

Ni las crisis que ponen la vida en riesgo, nos evitan soñar sobre el futuro. Mi padre a sus 80 años, olvidó el terremoto de 1960, pero no deja de preocuparse por el presente de quienes le importan ni de soñar con un buen futuro.

Lección N°6: El valor de la empatía en el afrontamiento de la crisis.

Conocer las experiencias de otros seres humanos nos encuentra y nos conmueve. Escuchar a la madre que perdió su hijo en Puerto Saavedra, el 22 de Mayo de 1960, me recuerda mi propia maternidad, mis pérdidas, el sostener dolores nunca olvidados, la necesidad de reparación y, a veces, la urgencia de perdonar  para no perder el alma. Mi respeto a su dolor, a los que la acompañan en la vida, apaciguando su pérdida.

Superar las crisis humanas, las personales y las colectivas, conlleva la obligación ética de miran a las personas de frente, de cerca, sin tanto temor y escuchar sus historias. ¿Quién sabe, si en medio del relato, te sientes impelido a aceptar, abrazar y cuidar la fragilidad humana que todos compartimos?

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